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Mostrando entradas de 2019

El peso y la ligereza

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El hombre es un animal de cercanías y las mías son los libros. Los libros no sólo hacen hogar, sino que hablan, comentan, me dicen cosas. Por eso me encanta husmear, hojear -y ojear- los libros que habitan en las casas que visito por primera vez. No hay mayor placer que juzgar al prójimo por las portadas de sus libros -ora las chillonas de Anagrama, ora las sobrias de Cátedra- y hacer preguntas envenenadas sobre alguno de esos libros que parece o bien demasiado nuevo o bien demasiado intelectual. Ver a esos seres apilados -tapa con tapa, lomo con lomo-  me hace cuestionarme, ¿por qué no esconde ese Código Da Vinci? ¿Por qué enseña ese libro de Punset sobre el amor? A veces siento la tentación de coger esos libros ajenos, secuestrarlos, retenerlos en contra de su voluntad, taparles la boca con celofán -especialmente a ese de "El poder del Ahora"- y esconderlos debajo del fregadero más cercano. Todo para que, años después, ese amigo salvado de la mediocridad me

Cómo mentir sin que te pillen (secreto infalible y muy maquiavélico)

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Un fantasma recorre Europa. Y no, no es el fantasma del comunismo. Es un fantasma mucho más sexy y huele a V.I.P. de Carolina Herrera.  Aunque en mi entrada anterior auguraba el reinado del bien, la paz y la prosperidad, tengo que reconocer que mi obsesión con la política y los juegos de poder me suele devolver a la realidad. Hace unos días veía un reportaje del New York Times sobre el origen de las fake news,  ese fantasma tan notable que se pasea por el continente vestido de Prada. Al parecer, y de acuerdo con el coloso mediático, las noticias falsas las crearon los rusos. La primera de ellas era un famoso bulo que atribuía a Estados Unidos la creación del SIDA. Supongo que para el NYT era difícil retrotraerse en un vídeo de quince minutos a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial, por no hablar de Bismark y su complicada madeja de amigos y enemigos; acontecimientos donde primaron las medias verdades, los silencios o las más puras mentiras. Aunque, sinceramente, en es

Las lágrimas de Ovidio, los bad boys y las femmes fatales

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Lala y yo estábamos sentadas en una acera desierta a las ocho y media de la mañana. Era la semana cultural en el colegio y nos habíamos disfrazado de romanas. Desde donde nos encontrábamos veíamos cómo el resto de los alumnos, envueltos en disfraces de papel maché, esperaban en fila a que Madre Portera abriese. -¿De qué irá Cova?- me preguntó con una risita- No entiendo la peluca. Aunque contesté, no participé de su crítica. Detestaba su faceta de esbirro e ignoré aquella lanza. Ajena a mi indiferencia se colocó el disfraz y se incorporó para poder mirarse en el reflejo de un coche. Luego entró en su habitual régimen de alabanzas: - ¿Cómo se te ocurrió lo del disfraz de romana? Me parece la mejor idea del mundo. Es diferente. Es incluso... ¡sexy, tía! La gente va a flipar. Sonreí. Estábamos envueltas en dos sábanas blancas que podían caerse en cualquier momento. Aunque un cinturón parecía solucionar ese problema, no confiaba demasiado en sus bondades. Desde luego, nuestro a

El ritmo de Dios

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No sé si alguna vez os habéis preguntado por el desafortunado nombre de dominio que escogí para este blog. “Las mentiras de my ipod”. Dejad que me flagele un poco, por favor. No sólo escogí un instrumento que ha demostrado estar ya obsoleto gracias a Apps como Spotify, y a la revolución tecnológica, sino que además introduje un posesivo en inglés. Toma ya. Ese MY, heredero de las camisetas chonis de “I love NY y I love my boyfriend”, aún me persigue por las noches. Pues veréis, todo tiene una explicación. En un principio, el objetivo era recomendar música a través de historias aparentemente de ficción. Pronto me di cuenta de que, por mucho que me supiera toda la discografía de Pereza, poco tenía que aportar al mundo de la crítica musical y me dediqué a escribir historias sin banda sonora. Mientras tanto, conocí a Santi  quien me introdujo en el mundo del rock indie y del flamenco -era un malagueño con aspiraciones británicas y sorprendentemente combinaba ambos géner

Consejos para jóvenes estudiantes de Derecho

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"Voy a dejar la carrera. Quiero hacer filología clásica, lo mío es el Latín y el Griego, no las fiducias, los poderes o la representación. Madre Amor me dijo que me contrataría en el colegio si decidía dedicarme a la enseñanza" Lo último era mentira. Pese a mis propuestas indecentes, Madre Amor se había limitado a enarcar una ceja y a poner los ojos en blanco, a juego con la cofia que nunca llevó.  Mi madre, la verdadera, me miró con incredulidad. Proseguí. - No es lo que esperaba.  Hubo un silencio. - ¿Y qué más?- me preguntó al fin, con soberbia. La hybris de Esparta corre bien fuerte en las venas de esta familia.   - Odio lo que hago. No soy feliz. Puso los brazos en jarras pero no dijo nada. Me mordí el labio inferior. Ella suspiró. Un mes después estaba montada en un avión rumbo a Edimburgo para hacer un curso. Un curso de inglés jurídico que, además, me pagué yo . Recuerdo que, para el viaje, me puse unas botas negras militares, medias a

Sénecas con abanicos

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Imagen encontrada en Pinterest -Ahora todo me recuerda a él -me dijo- Si voy a El Prado pienso que él solía venir los domingos. Si busco algo que ponerme, veo la blusa que me compré para él o la ropa interior que escogí para alguna de las noches que pasamos juntos. Ya no puedo ni pisar el restaurante en el que cenamos el día que noté que su interés se estaba apagando. Otras veces sus frases explotan en mi cerebro como fuegos artificiales. Es como si su voz viviera en mí, Parvati. ¡He tenido más conversaciones con él en mi mente que en el mundo real! Estamos en Huertas. Es mayo y hace muchísimo calor. Treinta grados. Me abanico mientras Silvia hace gala de los síntomas más evidentes de una ruptura amorosa: incomprensión, negación y un poquito de desprecio hacia el susodicho. Mientras mi amiga habla hago contacto visual con un hombre de unos cuarenta que nos mira con interés. Le sonrío. Él desvía la mirada. Dejo el abanico en la mesa y me centró en mi café con leche.

Los amigos o la Segunda Ley de la Termodinámica

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Imagen encontrada en Pinterest "Nuestros hijos se conocerán y serán amigos para siempre, como nosotras". Estoy segura de que Lala me dijo algo parecido. Algo que rimaba con "eres la mejor amiga que he tenido en la vida, las demás son un poco BAH".  Sin entrar a valorar su parca expresión oral, aquella chica era un poquito exagerada. Lo sé hoy y lo sabía entonces. Así que, cada vez que escucho ese " eres mi mejor amiga ", sonrío con incredulidad y me pregunto ¿por qué se habla tanto de amor? ¿por qué nos inoculan el veneno amoroso 24/7 a través de radio, prensa, televisión y no nos dan herramientas para entender la amistad?  Luis está tumbado en una toalla debajo de un árbol. Es San Isidro. Hemos venido al Retiro, siguiendo la vieja costumbre de hacer algo un poco madrileño el día del Santo. Como toda la capital, supongo. Aquí se viene a comer pipas, a ver a la gente tomar el sol con tangas minúsculos o a contemplar el ir y venir de los turistas

Amores que matan

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La única virtud esencial a la democracia es el amor a la incertidumbre  (Albert Hirschman) Me gustaría hablar de amor. Pero no me sale.  Me tomo un descanso de tres meses en el blog, queridos. Hay algo que tengo que hacer en mayo que me requiere todo el tiempo del mundo. He hecho esto muchas veces sin dar una explicación, pero he de reconocer que esta vez me he implicado más de la cuenta. Sobre todo con Alís, Xavi, Ernesto y Laura . :) Tengo que dejaros unos meses. Volveré para contaros qué pasó. Ójala os diga que lo conseguí. Abrazos, enormes,  con forma de cielo.

Identidades de pasillo

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Antes de empezar quiero que sepáis que hay una caja de tomates, ahí a la derecha. Podéis usarlos. También os invito a que, aunque no estéis de acuerdo, os comáis el tomate, leáis y opinéis. Allá vamos. * "Gano poco", "los políticos son unos desalmados", "todo está fatal", "es por la crisis", "malditos bancos", "maldito patriarcado", "soy joven y no me hacen caso", "soy pensionista y soy pobre", "malditas banderas", "malditos dictadores".  Vivimos en un ay . Sin embargo, tengo la teoría de que si dejásemos de quejarnos, contribuiríamos a la lucha contra el terrorismo internacional, por ejemplo . Uy, qué random/aleatorio . ¿Que no?  Vivimos atragantados por la queja identitaria. En el siglo XXI la identidad se ha vuelto un factor tan relevante que pocos escapan de los trazos que cruzan nuestra triste figura. Las fuerzas centrífugas de la identidad nos llenan

La teoría del aguacate, por Amelia Diamond

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HOLY GUACAMOLE! Hoy me siento de muy buen humor. Tan de buen humor que he decidido contaros una de las teorías menos acertadas pero más interesantes que he leído en Internet. Y como llevo varios días con entradas largas y grandilocuentes, he pensado en rebajar el tono y contaros la cero conocida TEORÍA DEL AGUACATE.  Con ese nombre, imagino que intuiréis que ningún sociólogo respetado la ha plasmado en ninguna parte. Esta teoría es de Amelia Diamond , la ex-redactora de MAN REPELLER (una web de moda con base en Nueva York). Y yo he decidido remasterizarla con mis dotes de reportera digital y mi ácido sentido del humor. Os la cuento. Amelia Diamond debía sentirse muy inspirada aquel día. Me la imagino radiante después de una sesión de Speed Yoga, sorbiendo su batido energético y pensando en lo que sus amigas -esas con problemas reales más allá del cambio de diseñador en Cèline- le habían contado la noche anterior entre Margaritas. Es muy probable que una de sus m

Qué fácil es juzgar

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Conocí a Enzo en la fiesta de bienvenida a la universidad. Yo regresaba a la uni después de un intenso año de Erasmus, y él venía a Madrid dispuesto a quemar la ciudad. Era un estudiante inquieto, de manos finas y cuerpo fibroso. Dominaba el español como un siciliano que ha tenido muchas novias españolas y sabía sonreír. Vaya si sabía. Sin embargo, y como siempre he sido muy de arrugar la nariz con chicos guapos, Enzo me cayó mal desde el principio. Cuál fue mi sorpresa cuando la coordinadora de la Oficina Erasmus me anunció que sería su mentora todo el año. Como chica responsable, comuniqué la buena nueva a Enzo que no tardó en darme su móvil e invitarme a un café. Acepté a regañadientes, pero él supo ganarme enseguida: "¡Patri, guapa!, ¿cómo te gusta el café?". No habían pasado ni cinco minutos y ya nos habíamos contado media vida. Tenía una novia en Valencia, un pueblo en Sicilia al que no quería volver y una oscura inclinación por todo aquello que sonara a Mafia.

Una hechicera y un acólito inesperado

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Le llamábamos Millones porque su padre se había hecho rico en algún turbio negocio relacionado con el transporte de quién-sabía-qué. Le conocimos uno de esos veranos largos en los que la mayoría de nosotros aún estaba en el colegio. Destinados a esperar el interminable transcurrir del verano en aquel pueblo costero, una nueva adhesión al grupo era todo un acontecimiento. Recuerdo que lo trajo Javi (que era-es-será mi gran amor frustrado de verano). "Le conozco de Torrejón", dijo. Y esa fue toda su presentación. Pronto descubrimos que Millones contestaba con monosílabos y se reía de todo lo que decía Javi, por lo que su condición en nuestra pandilla -cuadrilla, para los norteños del grupo- era de vasallo más que de líder. Fumaba mucho para poder dormir por las noches y porque "esto no es tan malo como el tabaco, niña". Javi nos contó que Millones tenía una abuela bruja, un millón de euros en el banco y un hermano pequeño. Poco tiempo después supimos que lo