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Mostrando entradas de noviembre, 2018

El Aleph de Borges era un McDonnals

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Estaba cenando con Enrique en un restaurante japonés. Podría estar en Tokio y ser una neo-Scarlett Johansson morena rodando Lost in translation . O podría estar en Madrid y ser yo, crítica fiel de las últimas novedades legislativas de vlex. Fuese quien fuese, allí estaba, siendo infinitas personas en el neo-Aleph de Jorge Luis Borges, en un no-lugar, en un restau que podría estar situado en cualquier ciudad del mundo. Pues, como todo el mundo sabe, un restaurante japonés en Madrid es un restaurante japonés en Berlín. Lo que es, a su vez, un restaurante japonés en el corazón de Londres, de Ciudad del Cabo o de Macao. Presente, pasado y futuro en infinitos lugares clonados. Visto uno, vistos todos . - ¿Crees que eres un ciudadano del mundo?- le pregunté, de repente.  Enrique sonrió. Es un hombre de recursos. - Si crees que eres un ciudadano del mundo eres un ciudadano de ninguna parte. Fruncí el ceño. Soy joven pero no tonta. Y además me leo el periódico todos los días. - Eso

Anna Karénina y yo

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Llevo siete años huyendo. Aunque mis ocupaciones diarias consiguen distraerme de mi continuo caminar;  de noche todos los errores son pardos y me persiguen como un dolor. ¿El motivo? Mi supuesta incapacidad para conocer a alguien, interesarme y no abandonarlo. Tras numerosos análisis he descubierto que mis relaciones siempre siguen un viaje de tres pasos: conocerle, mostrarme y huir como alma que lleva el diablo antes de enamorarme y, si es posible, no derramar ni una sola lágrima. La mayoría de las veces sólo llego al paso número uno. Supongo que soy una miedica adicta al amor platónico. Como no soy amiga de psicólogos -más por falta de tiempo que por convicción- hace unos meses decidí poner remedio a mi precaria situación amorosa con la ayuda y consejo de un sabio. Un sabio  diferente . Un hombre que, a fin de cuentas, está muerto y es muy posible que no escribiera sus obras pensando en la sociedad tinderiana/grinderiana enganchada al WhatsApp o a Instagram donde acostum

Apedrearás a Amancio Ortega

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A veces me pregunto por qué no bajo a la calle, cojo unas cuantas piedras y arremeto contra los escaparates del Zara más cercano.  Para aquéllos que me tachen de anti-Ortega ("la envidia, Parvati, la envidia"), sabed que me quedarían piedras suficientes para Primark, H&M y Mango. Las razones son variopintas y no tienen nada que ver con las aberraciones que este año la industria de la moda ha denominado tendencia . Así que, si buscabas un consejo para combinar tu más reciente adquisición (esa flamante camiseta de leopardo ultra-ponible con botas de serpiente de polipiel o el vestido con estampado Versace cuyo destino es pudrirse en la zona más barata del Zara durante las Rebajas de enero) estás en el sitio equivocado. Tu lugar se encuentra en arenas youtubescas tras teclear -con fervor cuasireligioso y salivando un poquito- la palabra HAUL. Los resultados son escalofriantes . Hay gente que se compra medio Zara, baila al ritmo de "Malamente" mientra