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Mostrando entradas de 2017

Aguaparties del siglo XXI

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Hay tres desconocidos en calzoncillos bailando en nuestra casa. Rondan los cuarenta años. Son las tres de la mañana. No sé si llamar a mi madre suplicando ayuda, contarle toda la verdad y nada más que la verdad o denunciarles por allanamiento de morada. Es julio y hemos venido a Mojácar a pasar una semana juntas. Estos hombres han aparecido entre los arbustos del jardín trasero de la casa alquilada, se han metido hasta la cocina y huelen a alcohol desde lejos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, mis amigas están entusiasmadas con la ocupación y nadie, salvo yo, parece estar enumerando los peligros a los que nos exponemos. Suena Juan Magán. - Parvati, te cogemos tu maquillaje. Entorno los ojos desde el sofá. Sí, han decidido maquillar al más perjudicado de nuestros invitados.Veo desde la distancia su entusiasmo con mi anti-ojeras de Yves Saint Laurent y murmuro un maleficio. Bea parece divertirse la que más. Le marca las cejas, le echa mi base y mis polvos y, por último, le

Hoy quemamos Madrid (o cómo ser el culmen de la pedantería)

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Odio salir de noche. Puedo ser la que más baila, la que más se ríe. También puedo fingir que no veo la podredumbre social discotequera. Pero hay una cosa que nunca puedo hacer: hablar con desconocidos. Es superior a mis fuerzas. Mi abuela dice que soy capaz de espantar a cualquiera. Especialmente, a aquellos voluntariosos que se atreven a decirme hola. Por eso odio salir de noche. Hay demasiadas posibilidades de que un extraño se pare y te mire, te coja de la mano y crea que eres la pareja ideal para bailar bachata.  Esa es la razón por la que llevaba evitando las salidas hasta las tantas desde hacía mucho tiempo. Medio año. El fin de semana pasado, sin embargo, volví a la jungla. A los Mr. Darcy y a los Mr. Bingley.   Pelo largo, raya en medio, ropa que creía haber escondido en un rincón. Los tacones, mejor out . Estuve a punto de rajarme porque el día antes había dormido dos horas. Don't ask me why .  - Venga Parvati, hoy quemamos Madrid.  Cuerpos movedizos, mu

Cómo ser otra persona con unos sencillos martillazos (puerta secreta y directa, sin transbordos)

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294 TFUE Primera lectura Por llegar diez minutos tarde,  – "¡ diez minutos, abuela, por Dios ! ¡ No es una vida !" – , mi abuela me castigó dos semanas sin salir por la noche. "Por la noche" significaba hasta las doce en punto. Tenía catorce años, cinco amigas y unas ganas locas de vivir la vida en la urbanización playera. Por desgracia, mi abuela no tenía los mismos planes para mí.  – Sólo podrás ir y venir a la playa conmigo por la mañana y por la tarde.  – ¿QUÉ? – Esas amigas tuyas no me gustan ni un pelo.  Aunque sospechaba que mi abuela tan sólo buscaba un buen samaritano que le llevase la hamaca y la toalla  – nunca la bolsa, nave del misterio de toda sexagenaria voluptuosa –  tuve que acatar la recién implantada ley marcial.  Y así, salíamos a las diez y media y volvíamos a la una. Telediario, tute y siesta. A las cinco y media, caminábamos bajo el sol abrasador hacia el mar. A las ocho volvíamos, a las diez "en la cama estés".

Brillante, divertida, hilarante, única. (The Guardian, sobre una escena de mi vida).

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La tutora entró en la clase con sonrisa abierta, falda de pompa, cabello voluminoso. – ¡Ya tenemos excursión de fin de curso! Notición. Éxtasis. Adolescentes apretados en sus dieciséis años. Desmayados, atrevidos, furiosos, ásperos, tiernos, liberales, esquivos . La imaginación de las niñas por encima del simple  daydreaming.  Nada nos hacía más felices que soñar encuentros y desencuentros, vestidos para el día y la noche, el pijama de Oysho, la radio, las chanclas, la toalla, el jersey de invierno. ¿A dónde iríamos? Decían que Roma había sido descartada porque, pese al aura papal que desprendía, un curso fueron cuarenta y volvieron cuarenta y uno. ¿Atenas, quizá? ¡Ay, la Hélade! Los murmullos se sucedían. Pilar, la profesora de Griego, podría hacer de guía por las calles que vieron nacer a la democracia. Ninfas, efebos danzantes, caderas de cariátides.  Otros, más conocedores de los mapas, decían Beirut, Macao, Kioto, Pretoria. Los más prudentes, Barcelona. La tutora dejó

Cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar.

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"O vienes y me cortas el pelo o hago una locura". El mensaje no podía ser más claro. O salía de mi casa a aquellas horas de Dios  – zapatillas, jersey de estar por casa, ¡moño! –  y le cortaba el pelo, o se lo cortaba ella misma. "Una cosa es que Inés esté preparada para cambiar su vida  – ¿lo decía Coco Chanel? ¿o Richard Gere en Unfaithful ? –  y otra muy distinta es que me haga cómplice bajo amenaza" pensé mientras me vestía. "Pero, ¿a quién voy a engañar?", cavilaba y me apretaba el moño, fuerte, frente al espejo "la idea me divierte. Dudo que nadie más me permita acercarme a su cuero cabelludo con tales intenciones y, mucho menos, una amiga que me conoce y sabe que no sé ni cortar jamón". Antes de salir de casa, y a sabiendas de que el mensaje podría haber sido fruto del spur of the moment , dirían los británicos, del brote, de la euforia del instante, la escribí.  "¿Arrepentida?" La respuesta fue inmediata. "V

Juglar subterráneo o poeta líquido

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El sábado pasado cogí el metro hasta Alonso.  Tres o cuatro paradas antes de bajarme, subió un cantante con su guitarra al hombro. Voz gruesa y potente, manos de migrante, ojos cantábricos. Me recordó a los hippies de mi Facultad. Aquellos que afirmaban ante cualquier audiencia, y disfrazados de Adán y Eva, que estudiaban Derecho para cambiar el sistema. Los mismos que hoy trabajan con Macs. Sí, darling, el dinero es una serpiente poderosa.  Sin embargo, aquel hombre todavía olía a libertad. Pensé que podría ser un neo-Sabina antes del ascenso - si alguien le descubriese, claro. Por desgracia para su guitarra, sus ganas y su poesía, en aquel vagón sólo viajaban abogados, auditores e instagramers en ciernes. Ni rastro de descubridores de poetas líquidos . Cantó una canción satírica sobre el metro provocando las risas entre los más dispuestos. - ¡Buscadme en Facebook! -gritó tras rematar la canción con un par de acordes- Me llamo Juglar Subterráneo. Quizá algún día le pon

Oh capitán, mi capitán.

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- ¡P! Un seis con ocho. Me entregó el examen y volví a mi sitio tratando de pasar desapercibida. El flequillo sobre la cara, el paso corto, apresurado.  Fue imposible. Escuché el murmullo de "P, un seis con ocho". Luego, el miedo. "Si ella ha sacado un seis con ocho, que Dios nos pille confesados". Avalancha de cincos y seises, murmullo generalizado. Vuelta al cotilleo: "Y P, un seis con ocho". No miré a Profesor en toda la hora. Tampoco miré el examen. Tres preguntas: Tema a desarrollar, definiciones y una fotografía. Las dos primeras, clavadas. Ni una coma fuera de su sitio, ni una definición inventada. Miss Nueves, decían, escribía inspirada por los dioses.Y ahora, ¡un seis con ocho! Madre mía. "Lo está pasando mal, es normal. Un tumor, un ex, una sombra, amigos que ya no son amigos, el tío ese que se fue del colegio con el que dicen que se lía, mucha música de la Winehouse. Es el declive, es la futura Europa". Y yo, Miss Nueves, la

Macao para principiantes

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- Hace tiempo que ningún principio me convence. Lo dijo alto y claro y varios de los presentes se giraron hacia nuestra mesa. Por desgracia, no se refería a ningún libro, sino a sus amantes, al cortejo, al vaivén del romance. La miré esperando un poco más de luz en el argumento, pero no dijo nada. No dijo  « me agota comprobar si está en línea, mientras escribo todas esas cartas de despido, y pienso ¡joder! ¿por qué no me ha dicho nada? ¡Si hasta le he puesto el emoticono del mono! Maldito mono, maldito emoji. Debería haber sido más discreta, más nonaina -al fin y al cabo, este hombre se ha criado en la periferia- y enviarle una flamenca, una sonrisa, nunca el ojo-corazones. Pero ¡ay! Fuimos a Habanera y todo fue como la seda, y tía, me miraba con ojos de quererme algún día. Y, mientras comíamos,  me contaba todas esas historias sobre sus viajes. Macao, Hong-Kong, Dubai. Y yo asentía con la cabeza como diciendo ¡ah, ya! ¡Esas economías cuaternarias! Pero no lo dije por no

Chirimoyas en el exilio

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En estos veinte días he trabajado de sol a sol. Soy la fruta madura del sistema. El limón,la naranja, la chirimoya. He nacido en un círculo de trabajo y desenfreno, de números, dinero y de rock and roll. Ir por la M-40 a ciento treinta kilómetros por hora no sería lo mismo sin mis Ray Ban, mi bolso de Bimba y Lola y los guantes de polipiel. Soy la manzana estándar del Mercadona. Una Fuji más. El manos libres tiembla cuando me siento en el coche. "¿Es ya la hora de gritar?". Oh, sí. Vibra, sneaky boy. Furbo.  Y me quejo con otro alguien que grita más. La hora del odio. Bienvenidos a 1984. Me meto en la ducha, salgo y no sé qué ha pasado dentro. Mientras me enjabonaba ocurrían cosas increíbles. Hablaba con un ex en un restaurante hace seis años e, inmediatamente después, quedaba con una amiga  – mañana –  en el Federal Café. Mente. Mente. Mente. Don't be present. Llévame a la Costa Brava. Brazos, ayudadme a encajar este neo-bikini de Asos. Piernas, corred en esta

No es mentira esta postverdad

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Cuando tenía dieciséis años me diagnosticaron un tumor benigno. Después de TACs, resonancias magnéticas, gammagrafías, dolorosos electromiogramas, curanderos, bayas y cuatro operaciones, desapareció. Sin embargo, una intrépida compañera de clase de aquellos días se atrevió a afirmar con suma rotundidad que mi  presunto  tumor era una invención. Cuando me enteré, estallé en cólera. La existencia del osteoma no era una cuestión de opinión. Era un  hecho . * Si menciono esta historia no es porque quiera centrarme en la estulticia de esta pobre mujer, hoy enfermera  — God help us! —  sino porque, recientemente, se ha popularizado la idea de  post-verdad.  Una noción que el Oxford English Dictionary (OED) ha elegido como palabra del año y que "denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal". Ejemplos claros son la negación del Holocausto o el cambio c

De la facultad y otras fiestas

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Vivian Maier  ( Está sonando ) ( Está sonando II ) Volví a la Facultad hace un par de meses. Necesitaba un artículo doctrinal que, bien sabía, podría salvarme la vida. Ya en el coche, fantaseé con la idea de encontrarme con algún compañero. Bueno, no con cualquiera. Sabía muy bien con quién. Con Julio. Me habían contado que seguía opositando en Madrid -no a una oposición cualquiera, claro, él opositaba a una de las difíciles- y pensé que podría estudiar aún en la biblioteca de la Facultad. Aparqué cerca del rectorado y dejé que los recuerdos me fueran golpeando uno a uno. Los mensajes de WhatsApp, las escasas conversaciones en clase, el día que me enteré de que tenía novia o cuando supe las razones de su ausencia en un examen de Internacional. Curiosamente, las únicas veces que había quedado a solas con él fueron antes y después del Erasmus. Algo debió ir muy mal en aquellas reuniones o  citas  -no sabría muy bien cómo llamarlo- porque nunca más volví a saber de él. Teng

Cita a ciegas con un muslo

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Dalí experimentando con la luz Son incontables las veces en las que he recibido audios, correos electrónicos o señales de humo con la siguiente plegaria: "¡Voy a quedar con X, y no sé qué ponerme! ¿Los pitillos que me probé el otro día contigo me hacían muslos?" Efectivamente. Los pitillos que nos hacen muslos son la preocupación más acuciante en la to-do list previa a cualquier cita. Y no me refiero sólo a mujeres. La llamada de auxilio descrita pertenece a uno de los diálogos más surrealistas que he tenido con un amigo. Baby, I like your style . Mi pregunta es, ¿por qué? Nunca he oído a nadie quejarse ex post sobre los muslos ajenos. Si vivir en el mundo 2.0 tiene alguna ventaja, esa es precisamente que sabemos con quién nos vamos a encontrar. (O no, el experimento social Simple PickUp es sumamente revelador). Por el contrario, y mientras piernas jóvenes galopan hacia una tienda Inditex, no encuentro a nadie preocupado por adquirir, ya no el nuevo cárdigan

La mujer que susurraba reggaeton

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Vivian Maier took the photo.  Esta mujer se acerca a la nevera despacio y sin zapatillas. Canturrea  mami mami con tu body este party es un safari, mientras se contonea. Hombros hacia atrás, pecho paloma, cadera giratoria. Hace la ola y queda contagiada por el espíritu de Buena Vista Social Club. Su mente gravita sobre La La Land. Sabe que ayer quedaba un yogur natural en la nevera y otro de melocotón con tropezones del Mercadona. A esta mujer, de redecilla y visón en las fiestas de guardar, le corroe la curiosidad (¡y el hambre!). Está a punto de comprobar una verdad universal: el oído de un sordo es arbitrario. * Y es que, su marido Jorge Luis, durante la cena de Navidad bailó como una sirena sincronizada un reggaeton lento, de esos que no se bailan hace tiempo. Sin embargo, ya pasada la fiesta, volvió a su estado natural de ameba. Esta mujer, previendo la metamorfosis fue capaz de articular una plegaria a tiempo. -¡El yogur de tropezones es mío!  Jorge Luis emiti

Día de Reyes y perros del Snapchat.

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Antes de cualquier reunión con mi jefa, solía mirar Instagram. Me entretenía. Para los que no me conocéis, mirar cómo una billboard humana rinde culto al capitalismo no es algo que vaya conmigo. De hecho, contradice muchos de mis principios (el de " sé austera, vive feliz con poco y no te excedas ", entre otros). Y, aunque sabía que mirar no hacía daño a nadie, siempre me preguntaba por qué la mitad de la humanidad, en la que claramente me incluía, seguíamos las tendencias con un fervor cuasi religioso. * Es verano y estoy tumbada en una hamaca frente al mar. Mi madre trata de hacerme una trenza. La cala está abarrotada y llevo el mismo bikini que media playa. Un  locus amoenus en toda regla para cualquier chica de ciudad. A nuestra izquierda, una niña se hace un  selfie  en una roca. A nuestra derecha, un par de adolescentes sacan la lengua frente a la pantalla del móvil en un claro intento de que aparezca una lengua de perro en la fotografía. Patético. - Est

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¡Bienvenidx a Madrilenials! Una comunidad  dirigida y co-producida por atontados madrileños de los que se preguntan por todo y por nada, por lo profundo y lo superficial, lo mundano y lo vegano, con el fin de aclararse un poco en la jungla del nuevo siglo. Leernos es totalmente gratis, eco-friendly y millenial . No seguimos ninguna línea ideológica, salvo la nuestra, ni hacemos contenidos patrocinados. No obstante, aceptaremos todo tipo de estipendio o paga extra que se nos ofrezca para poder pagarnos el gimnasio, al que nunca iremos.  * Escriben aquí P  (2009-) Más villana que superheroína. Europa es mi casa. Leo bastante(s leyes). Consumo podcasts like a cosaco . Amo. Escucho desde Alt-j hasta a Beyoncé. Mi vida se resume en un Why I stopped caring about being cool . Ni tengo Facebook ni puedo vivir sin té verde. No tengo Instagram. Sé bailar desde una jota aragonesa hasta unas sevillanas. El aurresku lo tengo pendiente. No tengo acento y cuando hablo