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Ari no quiere problemas demasiado complicados. Y éste lo es.

-Pablo. -Qué. -¿Olvidaste a Pat? -Claro que la olvidé. -¿Fué Fácil de olvidar? -Sí. -... -¿Qué? -¿Lloraste? -¿Qué? -Ya me has oído. -... -Lo tomaré como un sí. -¿Y qué si yo lloré o no lloré? -Eso lo decido yo. Ari no quiere problemas demasiado complicados. Y éste lo es. Éste es de los que se enamora.

Los problemas vienen bien de vez en cuando.

-¡Eh tú! -¿Qué coño quieres Pablo? -A tí, joder, a tí. La lluvia cae sobre ambos. Ari se mete bajo un portal, se sienta y saca un cigarro. -Bah. -¿Bah? Joder, Ari. Llevas pidiéndome algo bonito cien días. ¿Esto no te gusta o qué? -No me gusta nada, Pablito, nada. -¿Pero tú me quieres? -Sí. Pablo aspira el humo del cigarro de Ari. Luego se acerca. -Mírame-la dice. Los ojos negros de Ari le miran. -¿Qué? -Eres lo único bueno que me ha pasado este año. Eres mi suerte. Ari se echa a reir. Fuma un poco más. -Tú eres lo único malo, amor, lo único malo. Y le besa. Los problemas vienen bien de vez en cuando.

Pesadillas.

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Ter gritó. Una vez. Otra vez. Y hasta siete veces. Pat se levantó de la cama y la zarandeó hasta despertarla. -¿¡Qué coño te pasa!? El corazón de Ter iba a cienmil por hora. Bum Bum. Bum Bum. Pat la abrazó. -Ya está, ¿vale? Ter lloró hasta cansarse. Luego se tumbó en la cama y habló. -¿Nunca te has fijado que todo se va a tomar por culo siempre? ¿De que vale, Pat? ¿De qué? ¿De qué vale que gaste mi tiempo en tíos que se acabarán marchando? No existe nada, nena. No existen las cosas bonitas. Pat la acarició la cabeza hasta que se durmió. Luego se fue a su cama, y llamó a Erico. -Nena, son las seis de la mañana. -Tengo algo que decirte. -... -Quiero que lo nuestro sea diferente. -¿Diferente a qué? -Quiero ser lo que tu quieres. Al cien por cien. -Hoy lo eres. -¿Y mañana, mañana qué? Erico no supo que contestar.

Mimadas.

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-¡Déjame! -¿Pero qué te pasa, Ter? -Que estoy cansada de tu vida. ¡He dejado todo por tí! ¿sabes? Pero me hago vieja en esta casa. Tengo diecisiete años, y tú... Tú diez más. -Eso nunca había sido un problema, Ter. -Ahora sí. -¿Por qué? -Me aburro de tí. Carlos se quedó callado un momento. -¿Sabes lo que te digo, Ter? Que eres una puta niña mimada. Eso es lo que te digo. Ter le miró por debajo de sus ojos llorosos, recogió sus cosas y se fue.

Buah!

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Y es entonces cuando lo jodí todo. ¿Vale? Bueno, a ver si me entiendes. Le dije que no quería nada con él para hacerme la puta interesante. Ya sabéis, como mis personajes. Y la jodí pero bien. Porque él no volvió. Solo miró para atrás llorando una tarde que olía un poco a verano. Estuve esperando a que volviese a por mí e hice cien locuras que jamás me hubiera atrevido a hacer. Pero no volvió nunca. NUNCA. ¿Moraleja?

Caja de secretos, Volumen I

Era la segunda noche consecutiva que sus gritos le despertaban. Ayer pensó que tan sólo se trataba de una pesadilla, pero esta noche gritaba lo mismo: "No, no, no, por favor. No me mates." Pierre, pese a lo poquísimo que sabía de español, podía entender que era una situación angustiosa para Laura. Cuando Laura se durmió media hora después, Pierre se giró mirando a su espalda y la acarició. Definitivamente, Pierre, a sus 38 años, había visto infinidad de cosas, pero ésta era realmente impactante. A medida que acariciaba el hombro de Laura, una capa de fino maquillaje se desvanecía mostrando lo que parecía un gran moratón. Y muy reciente. En algunas partes, la piel estaba en carne viva. En sueños, Laura se estremeció. - Increíble - musitó Pierre, intentando no hacer ruido.

Sueña, preciosa

Laura le miró con terror mientras él gritaba "Te he encontrado, zorra". Entonces él llevó a cabo su venganza fríamente calculada, la golpeaba, mientras ella gritaba impotente. El seguía golpeándola hasta que sentía que se le iba la cabeza... De repente, Laura se despertó empapada en lágrimas y sudor en su cama de hotel. Todavía jadeando, se sirvió un vaso de agua de la jarra que tenía en su mesilla y lo bebió lentamente. Se secó las lágrimas y el sudor y se acurrucó contra el hombre que dormía con ella. Sí, lo habeis adivinado, es el hombre que la miró con admiración el primer día. Se tapó con la sábana e intentó dormir. No pudo. A las 10 de la mañana, Pierre se levantó. Laura dormía de puro cansancio, rendida.

¡Pip, pip!

El Sena desfilaba impasible sobre ella. El cielo, soleado, la daba los buenos días. Laura había contratado un pequeño barco que hacía tours por el Sena. Había comprado los 5 asientos de su barquito, por lo que disfrutaba de total intimidad con París. Encendía un cigarrillo. De repente, su móvil sonó y en pantalla apareció "Nuevo mensaje". Laura no necesitaba saber el remitente. Simplemente, era Él. Dió una calada, dos, tres. Echó el humo y dió un beso a la pantalla del móvil. Su carmín rosado se impregnó en ella. Después (y asegurándose de que el conductor no la veía), tiró su móvil al agua. Su pasado se despedía de ella, y ella de Él. Y su respuesta al mensaje era sú último beso.

París 2.0

Laura escogió París, tanto por ser la ciudad más cercana como por lo mucho que le gustó el francés cuando era joven. Al desembarcar en el aeropuerto, cogió los objetos personales y tiró la maleta a la basura. Simbolizaba el pasado. Retiró todo el dinero que tenía en su cuenta corriente y salió a la calle. París, nublado, a las 12 de la mañana, la saludaba. A la media hora salía de una tienda con un vestido negro de más de mil euros. A juego brillaban sus zapatos nuevos negros, de auténtica piel. Metió la ropa que traía en la bolsa de la tienda y la tiró a la basura. Cuando buscaba un restaurante para comer, un hombre francés la siguió con la cabeza, y la silbó. Laura no pudo menos que sonreir.

Lo sabes.

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- Te dejo. - ¿Qué? - Como lo oyes. Estoy harta de tus dudas, tus celos y de tí. - ¡No puedes hacerme esto! -Claro que puedo. Laura sale de casa, maleta en mano. La otra mano llama a un taxi. ¿A dónde? "Al aeropuerto". Y aunque sabe que esta prohibido, enciende un cigarillo y echa el humo por la ventana. El principio de su libertad.

Para tí.

Álvaro me ha dicho que a veces echa de menos a la chica del juego. Esa, que conoció en una fiesta. De enredado pelo. Álvaro me ha dicho que hay memoria, y no existen los recuerdos. Yo le replico siempre. Él dice que yo miento. Álvaro se hace el duro. Sé que la echa de menos. Tengo esa grabadora. Pero es que no capta sueños.

Romeo y Julieta.

Julieta abre los ojos. Respira. Respira. Respira. Respira. La daga no ha atravesado ni un centímetro de su piel. A su derecha, Romeo, tose escupiendo el falso veneno. Su familia se ha retirado ya. Es de noche, ya no velan el supuesto eterno sueño. Julieta sonríe. -Hasta Shakespeare se lo ha creído, cariño. Y escapan por el balcón.