Cómo mentir sin que te pillen (secreto infalible y muy maquiavélico)




Un fantasma recorre Europa. Y no, no es el fantasma del comunismo. Es un fantasma mucho más sexy y huele a V.I.P. de Carolina Herrera. 

Aunque en mi entrada anterior auguraba el reinado del bien, la paz y la prosperidad, tengo que reconocer que mi obsesión con la política y los juegos de poder me suele devolver a la realidad. Hace unos días veía un reportaje del New York Times sobre el origen de las fake news, ese fantasma tan notable que se pasea por el continente vestido de Prada. Al parecer, y de acuerdo con el coloso mediático, las noticias falsas las crearon los rusos. La primera de ellas era un famoso bulo que atribuía a Estados Unidos la creación del SIDA. Supongo que para el NYT era difícil retrotraerse en un vídeo de quince minutos a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial, por no hablar de Bismark y su complicada madeja de amigos y enemigos; acontecimientos donde primaron las medias verdades, los silencios o las más puras mentiras. Aunque, sinceramente, en esta era de fast information no podemos culparles por tratar de no hacer contenido infumable. No obstante, la descripción del método ruso para crear estos contenidos me recordó a una de las teorías más acertadas sobre la mentira de la mano de the one and only: Lala. Y que me habían salpicado a mí, irremediablemente.

A decir verdad, la mentira nunca ocupó un lugar destacado en mi infancia. Incluso ante la amenaza de crueles castigos, si hacía algo que estaba mal, confesaba. Sin llantos ni pataleta alguna. Quizá porque, en el fondo, pensaba que la que tenía razón era yo. Sí, la hybris, otra vez. Sin embargo, y para cerrar el ciclo de entradas sobre Lala, ella sí que tenía un verdadero don para la mentira. Hasta el punto de que, no sólo jugaba con los silencios, las medias verdades y con erróneas presunciones, cual descendiente de Nicolás Maquiavelo, sino que además disfrutaba provocando la mentira ajena. Y, para más inri, tenía formas terribles de hacerlo.





Una de ellas era preguntar por cuestiones íntimas y demasiado sensibles para adolescentes, como por ejemplo cuáles habían sido sus primeras experiencias con chicos. Evidentemente, en aquel casto colegio concertado donde nuestros compañeros tenían más miedo que deseo, la pregunta era absolutamente irrelevante. La que más, habría disfrutado de un cortejo online plagado de emoticonos, seguido de vueltas interminables por el parque, pipas, y algún roce en un banco. Nada del otro mundo. Pero, oh, Lala! querida Lala. Lala preguntaba directa y sin tapujos. Su mirada era peor que la de Torquemada. Y bastaba que algún inocente diera la alarma -Lala controlaba bien las fuentes- para que se presentase al día siguiente en el patio dispuesta a sonsacarle a su víctima hasta el último detalle del encuentro. El interrogatorio podía ser peor que el waterboarding de Guantánamo y tenía como secretaria judicial a alguien con una memoria prodigiosa: yo misma. Lo cual, como veréis, era la clave del proceso kafkiano.

Era imposible escapar. Las víctimas, nínfulas de vestidito de seda y gorguera en las fiestas de guardar, convertían las pipas y el banco en fantasías eróticas dignas del Sr. Grey. Lala las veía balbucear palabras que habrían sonrojado a sus propios padres con el sólo objetivo de que yo registrara la información. Y así, meses después, cuando la pobre víctima se creía libre de Lala Maquiavelli y Parvati de Medici, Lala volvía a por más. "Cuéntame qué pasó con Diego, con Alberto, con Edu, con Santi. Cuéntame, cuéntame. No recuerdo bien aquella historia que tan bien relataste, ni aquel detalle". Y aquella pobre cordera, balbuceante y becerril, no podía hacer más que mentir, mentir, mentir. De nuevo. Con otras palabras, con otros gestos, con otras historias distintas a las anteriormente relatadas. Más que nada porque, como bien dijo Platón, quien no dice lo que piensa se ve obligado a contradecirse. 

De nuestro improvisado estudio sociológico sacamos distintas conclusiones. La primera es que la gente mentía, sobre todo cuando tenía miedo. Conclusión bastante pobre teniendo en cuenta todo el sufrimiento y sudores que, en comparación, causábamos a nuestros sujetos de investigación. La segunda era que ese sufrimiento podría haberse evitado de una manera sumamente sencilla e indolora. Y era, nada más y nada menos, que contar UNA sola mentira adornada en un marco de absoluta y total realidad.

- El problema de esas niñas es que se creen artistas, Lala. Es como lo que decía Oscar Wilde, creen que su obligación es crear para ti una realidad exquisita.

- Me dan igual sus motivos si, al final, ni saben mentir bien -contestaba ella, tajante- El secreto de cualquier mentira bien contada es que la mentira sea sólo un detalle. El resto debe estar basado en algo absolutamente real. Paz podría haber contado su cita con Diego tal y como ocurrió, desde los emoticonos hasta las pipas y el banco, y haber añadido sólo uno de los muchos detalles sexuales que narró en su primera versión, y que eran mentira. Acordarse de un detalle a posteriori es más fácil que recordar toda una película.

Al parecer, y de acuerdo con el New York Times, el coloso ruso pensó exactamente lo mismo. En el conocido como playbook ruso, se hallan fielmente establecidos los pasos necesarios para crear las fake news. La receta es sencilla. Una vez se identifican las brechas sociales que existen en una determinada sociedad, se crea una mentira (ese núcleo, ese detalle). Una mentira gorda de esas que pueden resquebrajar los pilares de un país y la cohesión social que lo sustenta. Una vez hecho esto, se introduce el detalle final: se le dota de un envoltorio lleno de datos reales, auténticos, pura verdad. Como después de cualquier incursión en la cocina, el último paso es lavarse las manos. En este caso, asegurarse de que parezca que la mentira, el bulo, la farsa o la ficción vienen de cualquier otra parte, y si te pillan, la clave es negarlo, negarlo y volverlo a negar.

El problema es que las democracias no son como los patios del colegio. Las mentiras de aquellas niñas no le importaban a nadie. Pero las mentiras bien cocinadas e imprimidas en medios de comunicación, esgrimidas por políticos como alternative facts sí que importan, pues al final nos pasamos la vida discutiendo sobre los hechos, en vez de sobre las soluciones.

Las ficciones están bien en las novelas, en Netflix, en Blogspot, o incluso en nuestra propia vida. Hay cuentas de Instagram que huelen a VIP de Carolina Herrera, y a glamour, y son puro humo. Hoy no voy a juzgar eso, porque al fin y al cabo las mentiras que nos contamos a nosotros mismos, o a las audiencias más próximas, importan menos que las historias que Lala sonsacaba a las chicas en el recreo. Pero hay que trazar una línea gruesa -del color que se quiera- en lo que respecta a nuestras instituciones. A ellas, ni tocarlas. Y para eso debemos estar bien preparados, bien formados para resistir a la mentira indiscriminada. Igual que Parvati de Medici que registraba cada detalle, apelo a la memoria, y al registro. A lo que llaman hoy "fact-checking". Y también a la educación y a la auto-educación para saber descubrir el núcleo, el detalle o la mentira que nos intentan colar como si fuéramos un pueblo iletrado.

Aquí, entre rusos y colegios concertados, espero haber dado alguna pista desde mi humilde experiencia como registradora de mentiras.

Abrazos como soles,
a todos mis amores lectores
que formamos la neo-familia Medici
desde hoy mismito.

Comentarios

  1. Estoy un poco estresada con la vida, pero os contesto en cuanto encuentre un hueco (me gusta contestar con tiempo y sin prisa). Por el momento os dejo esta entrada para paliar mi ausencia. Espero que os guste!
    Os adora, always
    Pat

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    1. Ha sido un mes y medio de locos. Reitero mis disculpas y procedo a contestaros :)

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  2. Lo malo de esta era de fake-news es que también es una época en que se suprimen todas las asignaturas que nos enseñan a pensar. No sólo nos mientan, sino que intentan aborregarnos para que nos creamos todo y ni siquiera lo cuestionemos. Así vamos...

    Eso de amores adolescentes llenos de emoticones me suena tan ciencia ficción, jajajaja. Casi como una fake-new si no tuviera una hija ya adolescente. Leí eso y se me cayeron encima todos los años que tengo y que había olvidado, jajajaja.

    Y traigo una alternativa a la frase de Platón. Es de Unamuno: “Si un hombre nunca se contradice, será porque nunca dice nada”.

    Ya lo sabes y lo repito: cómo me gusta cómo construyes tus textos, cómo los armas (había borrado esta palabra y la vuelvo a traer). Livianos y profundos a la vez. Te admiro

    Un abrazo enorme

    PD. Por cierto, ¿cómo salió eso importante que debías hacer hoy?

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    1. Exacto! Pero además, ya no es sólo que "terceros" decidan por nosotros eliminar asignaturas del curriculo académico, sino que nosotros mismos decidamos que informarnos no nos interesa. Que nuestro voto, o nuestra participación en una manifestación, vale demasiado poco como para informarnos, participar y, sobre todo, tomar una decisión coherente con la idea de futuro que tenemos para nosotros.
      Muy buena la frase de Unamuno! Tras indagar un poco en su figura -confieso que movida por Amenabar- me parece que es un resumen magnífico de su propia vida, pero también de la de cualquiera de nosotros (yo vivo en una contradicción constante, la verdad).
      Muchísimas gracias por tus palabras Alís, me dan aliento para seguir escribiendo.
      En lo que se refiere a aquello importante, salió genial. Salió muy bien. Pero el siguiente paso, la siguiente fase no he podido superarla y ahora debo empezar de nuevo todo el proceso. Con suerte algún día, pasaré todas. No soy de las que abandona fácilmente los sueños. Cito a Risto Mejide (nunca creí que lo fuera a citar aquí, la verdad, no soy tan fan) que decía que "abandonar un sueño es como morirse por fascículos. Solo que esta colección no la acabas tú, sino que acaba contigo". Lo cito de memoria, y quizá haya variado algo (me gusta creer que me acuerdo de todo, y que soy realmente esa Parvati de Medici que vive en mi memoria).
      Te mando un abrazo con forma de mil soles espléndidos.
      Pat

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  3. Es deleznable la mentira.
    Incluso las piadosas.
    En el ámbito político además es peligroso.
    Creo que hoy en día estamos más desinformados que hace cincuenta años o cien años...
    Una manera práctica de manipular la democracia es lo que están haciendo ahora con nosotros.
    A quién puedes creer?
    Dónde informarte sin ser manipulado?

    Gracias por pensar.

    Besos.

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    1. Hola Toro,

      Lo primero, disculpa que haya tardado tantísimo en contestarte. Hace poco estuve en una conferencia en la que decían justo lo contrario; que antes la gente sólo leía un periódico concreto o escuchaba una emisora en la radio. Eso era, para uno de los ponentes, la verdadera desinformación. Hoy, sin embargo, el hecho de leer y seguir en Twitter distintos canales y líneas ideológicas nos hace más conscientes de las distintas líneas ideológicas que pueblan el espectro político. Otros, sin embargo, hablan de la existencia de una "burbuja de filtros", es decir, que el ciudadano solo escucha a quien quiere escuchar y prefiere ignorar a aquellos que no piensan como él. ¿Es así? ¿Qué te parece a ti?
      Abrazos con forma de cielo,
      Pat

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  4. Me pasé la infancia y gran parte de mi adolescencia (por no decir toda) comiendo pipas en un parque...
    Después contaba eso, era demasiado tonta como para inventarme historias...
    Total, los chicos no son cotillas con esas cosas...
    :) besos de verdad.

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    1. ¡Eh! ¡Yo también comía pipas en el parque! La ficticia nobleza Medici hacía de todo, jajaja. Es broma. Es verdad que me he pasado las tardes comiendo pipas y hablando de todo y de nada. No sólo tenía amigas como Lala. Aunque, discrepo con eso de que los chicos no son cotillas :))
      (Por cierto, ¡cómo que tonta para inventarte historias! Mejor decir, "demasiado lista" como para caer en la mentira que, como dice bien Toro, es deleznable).
      Un beso enorme querida,
      Pat

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  5. ¿Y no es este un país de "iletrados" en cuestiones de política?

    Abrazos Pat. Un trabajo interesante y entretenido...

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    1. ¡Lo personal es político! Sabemos más de lo que nos quieren hacer creer.
      Abrazos enormes,
      Pat

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  6. ¿Y? Asomaste la patita y ya no te vi más.
    ¿Va todo bien? Te echo de menos

    Un abrazo grandote, Pat

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    1. Menos mal que estás tú, Alís, para tirarme de las orejas cada vez que me despisto. Estoy en un momento de barbecho. En breve empezaré a publicar otra vez porque tengo MUCHÍSIMAS cosas que contaros. Me he leído muchísimos libros, tengo nuevas ideas y, no sé, estoy muy feliz. Tengo alguna entrada preparada ya. Una entrada que espero que disecciones con la inteligencia que te caracteriza. :)))))))))))))))))
      Por otro lado, tengo muchísimas ganas de volver y leeros. ¿Qué nuevas ideas, qué nuevas experiencias, qué nuevos descubrimientos tenéis por ahí? Seguro que muchísimos, y como siempre, muy enriquecedores. Estoy aquí en nada, naíta.

      Abrazos enormes, con forma de cielo.
      Pat

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  7. Que sea verdad... Y no tardes naíta! ❤️

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    1. AWWW. Estoy aquí ya de ya! :))) Muchas gracias por pasarte por aquí, corazón.

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