La teoría del aguacate, por Amelia Diamond
Hoy me siento de muy buen humor. Tan de buen humor que he decidido contaros una de las teorías menos acertadas pero más interesantes que he leído en Internet. Y como llevo varios días con entradas largas y grandilocuentes, he pensado en rebajar el tono y contaros la cero conocida TEORÍA DEL AGUACATE. Con ese nombre, imagino que intuiréis que ningún sociólogo respetado la ha plasmado en ninguna parte. Esta teoría es de Amelia Diamond, la ex-redactora de MAN REPELLER (una web de moda con base en Nueva York). Y yo he decidido remasterizarla con mis dotes de reportera digital y mi ácido sentido del humor. Os la cuento.
Amelia Diamond debía sentirse muy inspirada aquel día. Me la imagino radiante después de una sesión de Speed Yoga, sorbiendo su batido energético y pensando en lo que sus amigas -esas con problemas reales más allá del cambio de diseñador en Cèline- le habían contado la noche anterior entre Margaritas. Es muy probable que una de sus mejores amigas (llamémosla Kitty), empapada en llanto, hubiera musitado algo así como: "El tío que me pidió matrimonio hace un año, se va a casar con otra". Tras este comentario, todas habrían tratado de animar a la pobre y despechada Kitty. "Le dijiste que no por algo", "nunca te convenció", "estaba literally DESESPERADO". "Ya", diría la agraviada, "pero ¿tan poco tiempo ha necesitado para olvidarme, encontrar a otra y CASARSE?".
Amelia, algo achispada después de las copas, se dirigió a casa pensativa. El cambio climático, la explotación laboral fruto de la globalización, el poder del mercado en nuestras frágiles democracias y otros problemas similares podían esperar. Lo importante era solucionar el Tetris de la mente masculina: ¿Por qué ESE tío, llamémosle Lev en honor a Tolstoi, le pidió matrimonio a Kitty, y tras ser rechazado rehízo su vida? ¿Cómo era posible? ¿Por qué no se vistió de negro y se metió en su casa con su madre, say, Bernarda Alba? ¡Qué extraño!, pensó Amelia Diamond, mientras se bajaba del Uber camino de su flamante pisito en Manhattan. Luego entró en casa, tocó los aguacates para ver si estaban maduros y se fue a la cama. Durmió como un tronco toda la noche.
A la mañana siguiente, tras levantarse, repitió el ritual acostumbrado: tocar el aguacate. Cuál fue su sorpresa, cuando descubrió que los aguacates estaban negros por dentro. Adiós a su futuro post gastronómico. En siete horas, los avocados habían pasado de maduros a pochísimos. Y entonces, OMG. Amelia Diamond ató cabos. Le encontró el tercer pie al gato. ¡Por el amor de Dios, sonrió! Tenía una teoría cero acertada con la que conmocionaría a las ávidas lectoras de MAN REPELLER. Había descubierto un símil buenísimo. La metáfora de la metáfora. El culmen gongoriano. Y lo contó así:
"Queridas, he descubierto que los hombres son como los aguacates. Están verdes, verdes, verdes, y en el momento en el que están maduros, se casan con la primera que pasa por su vida". Luego, decidió ir un poco más allá. "Hay algunos que, después de años maduros, se ponen pochos. Son los desesperados por el matrimonio".
Este post fue viral durante semanas en Nueva York. En los despachos no se hablaba de otra cosa. Inexplicablemente, se duplicó la demanda de aguacates y Amelia Diamond fue condecorada por su labor sociológica en Facebook. Cuentan que Zukerberg la llamó personalmente para confesar que él había sido un aguacate maduro. Esto último es una leyenda urbana. Lo que es cierto (al cien por cien) es que yo leí este post con veintitrés años y me convencí a mi misma de que mi problema era claro: sólo me fijaba en tíos verdes con miedo al compromiso. Y no que quizá, tal y como sé hoy, esos chicos no eran para mí, ni yo para ellos. Sentido común, en definitiva.
Tres años después de este post, Amelia Diamond deja MAN REPELLER para convertirse en una escritora de éxito en Manhattan.
Desde MADRILENIALS, le deseamos suerte en esta nueva etapa.
Aún no.
ResponderEliminarAún no.
Aún no.
Aún no.
Aún no.
¡COMÉME AHORA!
Demasiado tarde.
- Aguacates.
Irremediablemente me ha venido a la cabeza otra cosa jajajaja por ponerle un punto verde a esto también.
Me encanta tu sentido del humor Pat.
Un beso enorme bonita.
Jajajajaja. Me-parto. Lo escribí a propósito así. Me alegro de haberte hecho sonreír (((; Un abrazo enorme, Laura!
EliminarComparado con la tragedia que sufrió Kitty al enterarse del futuro matrimonio del tío que le pidió casarse lo de los hutus y tutsis ya no parece tan grave...
ResponderEliminarJajaja total. Cada uno decide por qué llorar y qué magnificar. Suerte de la de Kitty de no tener problemas más importantes jjj
EliminarUn abrazo fuerte, Xavi
"Máis vale chegar a tempo que rondar mil anos". Lo traduciré, aunque temo que pierde algo: "Más vale llegar en el momento oportuno que dar vueltas por mil años". Me lo decía mi madre. Ella generalmente lo usaba cuando tenía la suerte de encontrar estacionamiento a la primera, pero perfectamente podría fundirse con la teoría del aguacate ¿verdad?
ResponderEliminarUn beso grande, Pat
Qué gusto leerte!!
Me encanta el dicho y me encanta sin traducir. Me has hecho pronunciarlo en voz alta (no sé si lo habré dicho bien, la verdad). Pero, me pregunto, ¿qué es llegar a tiempo, Alís? A veces tengo la sensación de que todo nos llega o antes o después, cuando el aguacate está verde o está negro. ¿Has tenido alguna vez la sensación de que lo que te llegaba, te llegaba en el momento adecuado? Veo a la gente rondar mil años buscando ciertas cosas, y viviendo años vacíos, y de pronto en dos meses les llegan millones de cosas -buenas o malas, qué más da- y son incapaces de procesarlo todo. En fin. No entiendo la vida jajaja.
EliminarUn beso enorme, Alís. :))
Sí he tenido la sensación de que lo que me llegaba lo hacía en el momento adecuado, y generalmente era cuando no lo esperaba y menos lo buscaba. Y sin embargo, lo necesitaba, a menudo sin saberlo. Y el momento adecuado también lo creamos: con el aguacate verde, paciencia, y del negro algo se aprovecha seguro, como la semilla. Pero el refrán pone lo que sucede en nosotros, en si nosotros llegamos a tiempo o si andamos rondando y rondando cuando no hay nada que encontrar. Ufff, qué volada! Es que me provocas, jajaja. Un beso, Pat
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