Los amigos o la Segunda Ley de la Termodinámica

Imagen encontrada en Pinterest

"Nuestros hijos se conocerán y serán amigos para siempre, como nosotras". Estoy segura de que Lala me dijo algo parecido. Algo que rimaba con "eres la mejor amiga que he tenido en la vida, las demás son un poco BAH". 

Sin entrar a valorar su parca expresión oral, aquella chica era un poquito exagerada. Lo sé hoy y lo sabía entonces. Así que, cada vez que escucho ese "eres mi mejor amiga", sonrío con incredulidad y me pregunto ¿por qué se habla tanto de amor? ¿por qué nos inoculan el veneno amoroso 24/7 a través de radio, prensa, televisión y no nos dan herramientas para entender la amistad? 

Luis está tumbado en una toalla debajo de un árbol. Es San Isidro. Hemos venido al Retiro, siguiendo la vieja costumbre de hacer algo un poco madrileño el día del Santo. Como toda la capital, supongo. Aquí se viene a comer pipas, a ver a la gente tomar el sol con tangas minúsculos o a contemplar el ir y venir de los turistas. En mi caso, me gusta ponerme en un sitio desde el que pueda observar a las tarotistas y a sus clientes. Luis lo sabe. Así que, con gran estrategia militar, nos hemos colocado detrás de uno de sus tenderetes.

-¡Mira! Viene una clienta habitual.
- ¿Cómo lo sabes? ¿No vendrás a mis espaldas a mirar tarotistas?-pregunta Luis con sorna.
Le ignoro mientras observo cómo la neo-bruja baraja las cartas, las dispone sobre la mesa y comienza a inspirarse cual Pitia de Delfos. Mientras, Luis sigue relatando.
-Nunca entenderé tu obsesión con la adivinación y las artes oscuras. Es todo azar, Parvati. Si no me crees, puedes investigar la Segunda Ley de...
- La Segunda Ley de la Ter-termodinámica- respondo con sumo aburrimiento- Ya lo he hecho. Y sí, todo es azar y desorden, entropía y caos. Pero por mucha Ley, voy a seguir mirando a la tarotista un ratito más.
Ahora la clienta abre los ojos de par en par. Algo muy heavy se debe estar inventando la bruja. 
- ¿Todo esto es por esa amiga tuya?
Maldito Luis.
- ¿Quién?- pregunto distraída, aunque sepa perfectamente de quién me está hablando.
- Sí, tu mejor amiga de la infancia y de la adolescencia: Lala. ¿No se había casado?
Tocada y hundida. 

Lala, la eterna pitonisa de la clase, había sido mi amiga desde la más tierna infancia. Fuimos al mismo colegio y estudiamos en la misma Facultad. Allí fue donde, contra todo pronóstico, dejó de llamarme. Quedaba con ella en la cafetería, en la biblioteca, en el rellano o en la Renfe y no aparecía por ninguna parte. "Se me ha olvidado, Parvati, perdona". Y así, innumerables veces. Hasta que dejé de llamarla. 
- Me suena que se casó, sí -respondo, contrariada- ¿Te lo dije?
Nos quedamos en silencio. Acabo de perder todo el interés en la bruja que, a pocos metros, recoge su parné. 
Luis rompe el silencio.
- Yo también tenía un amigo de esos- sonríe- Pensaba que el que se iba a casar con él era yo. Fuimos amigos hasta que vine a estudiar a Madrid. Cada vez que volvía a casa, parecía que se abría un abismo entre nosotros. Ni yo le entendía, ni él a mí. Y ahora, la sola perspectiva de verle o de encontrarle se me hace muy cuesta arriba. Me da pereza. Parece que, aunque le detallara lo acontecido desde entonces, nunca podría colmar la brecha abierta entre los dos. Pero además, creo que sería incapaz de recuperarle y reconocer sus viejos vicios, sus viejos tonos, sus viejas zozobras... Nunca podré verle como a alguien nuevo, ni volver a la cotidianidad de antaño.
- Te imagino con tus pausas y tus carraspeos- murmuro mientras estiro un poco la toalla.
- O diciendo alguna frase estúpida -añade- Un ¿qué tal te va? o un sí, todo va bien, Patricia está genial, un poco agobiada, como siempre. Y él recordará cuando le conté tu cortejo o le pedí consejo con alguna otra de mis novias. Y pensará que tú eres cotidiana para mí, como lo fue él, o como lo fueron para mí sus novias y sus cortejos. Y entonces se dará cuenta de que no podemos ser amigos como lo éramos antes, y que ni siquiera lo queremos. Por eso, llevo años intentando aceptar que la amistad, como el amor, es puro azar. Un poco de orden en el caos como dice la Segunda Ley de la Termo...
-¡Cómo sabía que todo esta confesión era para volver a meterme entre pecho y espalda la Segunda Ley de la Termodinámica! ¡Anda, pásame las pipas!
- ¡Oye! 

Y, mientras partimos cáscaras, dejo que me cuente esas tediosas leyes físicas que no terminan de consolarme. Las preguntas siguen ahí, en orden, tendidas sobre las viejas brechas. ¿Por qué dejamos de ser amigas? ¿Por qué no estuvo conmigo cuando lo necesité, cuando le rogué, cuando le pedí? ¿Por qué se alejó? Y ahora, ¿sirve de algo la nostalgia? Ese dolor ante el nostos -el regreso, en griego- a sabiendas de que no sólo no podemos regresar a lo anterior, sino que tampoco queremos. Quizá tenga razón Javier Marías cuando dice que "lo interrumpido no puede reanudarse, que aquel hueco permanece siempre, quizá agazapado pero constante, y que un antes y un después nunca se sueldan".



Comentarios

  1. Hace unos meses volví a ver a uno de los mejores amigos de mi vida.
    Amigo de juventud... amigo de aquellos de para toda la vida.
    Me pareció un loco.
    Y seguramente yo se lo parecí a él.
    Estábamos incómodos... nos ataba un pasado de muchos años compartiendo mil experiencias, riendo, divirtiéndonos... parecía que estábamos obligados a reanudar aquello... y no quedaba nada de aquello.
    Quedamos un día a tomar algo... me pareció más loco aún... a la media hora tenía ganas de escaparme o de darle con una silla en la cabeza.
    Nos dimos los teléfonos nuevos... y por supuesto ninguno de los dos ha llamado al otro.
    Y que ni se le ocurra.
    El tiempo acaba con todo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Y que ni se le ocurra". Jajajaja. Qué horror, Toro. Te prometo que hubo un tiempo en el que si alguien me hubiera dicho que no tendría a mi lado a gente que hoy ya ha desaparecido -como Lala- no me lo habría creído. Me parece como una broma pesada.

      Eliminar
  2. No, no se puede volver a lo que fue. Si acaso, con suerte. se puede crear una relación nueva que en parte se base en antiguos afectos, siempre que tengamos la suerte de que seguimos teniendo lugares de encuentro en nuestra esencia. Y nunca la que fue.
    Pocas personas podrían acompañarnos por toda la vida. Es bueno que cada una tenga su momento, que reconozcamos y valoremos ese momento, y que la distancia sea física o emocional no destruya el recuerdo de lo que fue bueno, aunque haya terminado.
    Y a veces, sólo algunas veces, tenemos la suerte de tener un afecto que sobrevive al tiempo, a la distancia e incluso a que se reduzcan a la mínima expresión la cantidad de lugares comunes.

    Aunque el pasado no vuelva, no imaginas lo feliz que me hace reencontrarte, reencontrar tus textos, reencontrar eso que sea que me hace tenerte el cariño que te tengo. De verdad, estoy muy contenta, Pat

    Un abrazo enorme de bienvenida de vuelta!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé qué tienen tus comentarios, Alís, que siempre me tranquilizan un poco. Tienes razón cuando dices que pocas personas pueden acompañarnos a lo largo de toda la vida. Yo misma me sorprendo cuando noto nuevos aires en amigos que aún me acompañan y me pregunto: ¿sobreviviremos a esto? Y si lo hacemos, ¿será suerte, azar?

      Yo también me alegro mucho de que nos reencontremos en este espacio y tiempo, después de estos tres meses, en los que espero que te hayas recuperado de aquella operación que tuviste, y estés llena de energía (y también de experiencias e historias que contarnos).
      Te mando un abrazo enorme, y muchas gracias por esta calurosa bienvenida. Estoy feliz de volver por aquí :)))

      Eliminar
  3. Me pasa con ciertos amigos que en su momento lo fueron todo y ahora, son "casi " nada.
    Hay afecto por lo que hubo, pero ya no hay nada en común...y ya no haces por verlos.
    Es una sensación rara... La que me deja...
    Pero estoy muuuuuuy contenta de tu vuelta!!!! Te echaba en falta... ♥
    Beso enorme Para.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Exacto. Es justo eso, lo eran "todo", y ahora... casi nada. Ayyy, creo que he empezado esta etapa cuasi-veraniega con una entrada un poco deprimente. Voy a tener que traeros alguna conversación más veraniega y refrescante para nuestros debates. Un poco como esa de los aguacates jajaja.
      Y sí, yo también estoy muy muy contenta de volver, Laura :)) y de reencontrarme contigo!!
      Un abrazo enorme!

      Eliminar
  4. Para que luego digan que la gente no cambia, vaya si cambiamos! Nos volvemos algo más mezquinos, algo menos libres, algo más temerosos y, desde luego, algo más viejos cosa que resume un poco todas las anteriores y da a entender muchas más. Por eso las amistades de ayer no pueden ser iguales que las de hoy y, si es que perduran, serán diferentes de las de mañana. Porque todo habrá cambiado, nosotros habremos cambiado, los otros habrán cambiado...
    Pero lo que nunca cambiará, nunca nunca nunca, así sin comas y de corrido, es tu voz en el podcast leyendo la entrada. Me ha encantado!!! :)
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cambiamos, sí. Y con ellas nuestras amistades. También para mejor :) Y en cuanto a mi voz, algo cambiará con el paso de los años, digo yo jj. Gracias por darme feedback, lo hice un poco para celebrar mi regreso. Un abrazo, Cleve
      Pat

      Eliminar
  5. Un entretenido relato familiar compartido con amigos... :)))) Muy interesante para una mañana de domingo.

    La frase de Javier Marías, que no soy consciente de haber llegado a ella antes, cierta. Ahora que caigo en algunas situaciones que, si llegan a darse algún día, serán con "hueco" incluido. Y ello pensando que no será cierto!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ernesto! Qué ilusión volver a tenerte por aquí. La frase de Javier Marías es de su libro "tu rostro mañana", uno de mis favoritos, y ya casi habitual de este blog. Me alegro de que te haya parecido interesante :)). Te mando un abrazo,
      Pat

      Eliminar

Publicar un comentario

Y tú, ¿qué piensas?

Entradas populares de este blog

La teoría del aguacate, por Amelia Diamond