Ni yo a ti.

Cogió el último cenicero que había sobre la mesa y lo apretó entre sus delicadas manos.
"¡No te soporto!¡No te soporto!¡No te soporto!¡No te soporto!"
Repetía como un mantra estas palabras, mientras con el cenicero golpeaba todo lo que encontrara a su paso. Un jarrón, una silla, incluso el cristal de la ventana se vio afectado por la ira.

Por último, lanzó el cenicero al suelo. El pelo lo tenía suelto, y la agitación del momento lo había revuelto dándole unos aires de paranoia. El carmín se había desplazado por su mentón, y parecía estar a punto de contener las lágrimas. Mientras el elegante (y caro) cristal se hacía pedazos a cámara lenta, un vecino golpeó la pared para que dejáramos de hacer ruido.

Me miró con su estilo condescendiente y a paso ligero abandonó la habitación. Un hilillo de sangre la recorría la pierna izquierda, y desembocaba en sus zapatos de alto tacón. Mientras se alejaba por el pasillo gritó, medio con sorna medio sincera: "Ah, por cierto, feliz año".

Las habitaciones de hotel siempre son incubadoras de grandes momentos. O de grandes desgracias.


Comentarios

  1. Hay momentos en los que se es capaz de explotar de ira, pero es mas recomendable mantener el control.
    No siempre se empieza bien el anio, pero las cosas buenas ya apareceran luego.
    Saludos! Se os echa de menos :)

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  2. Soy admiradora de personas como ustedes que escriben tan bien.
    Para mi es un texto magnifico.


    (: Seguiré visitando vuestro blog.

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  3. A mi a veces me espeluzna un poco pensar en todo lo que ha podido pasar en las habitaciones de hotel cuando voy :s

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  4. A la mierda!!!
    Por que hay que soportarse?

    Muaks.

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