Espuma.
No me atreví a bañarme, ni siquiera a meter la punta de los dedos en el agua. Estaba demasiado fría. Y sin embargo, allí estaba, en manga corta, con un gofre en la mano, viendo morir las olas a escasamente medio metro de distancia.
Soplaba un viento bastante agradable, aunque impropio del mes de Agosto. Sentía como el sol me enrojecía la cara y veía como las gaviotas iban y venían sin cesar, quizás siguiendo el ritmo eterno de las olas. Me acabé el gofre y me tumbé sobre los guijarros, que cubrían la arena.
"¿No te gustaría quedarte así por siempre?", alguien me dijo.
Pues claro que sí. Por eso cerré los ojos.
Me encanta el mar, aunque me da miedo bañarme.
ResponderEliminarSerá como aquella frase: Nos asusta lo desconocido, y por eso mismo nos fascina.
Tengo el recuerdo del mar tan metido en mi cabeza que si ahora cierro los ojos podria llegar a sentir que una ola se esta rompiendo contra mi...
ResponderEliminarSaludos, y un abrazo :)
Restos de verano ahora que se vuelve al tajo...siempre vienen bien :)
ResponderEliminarAii me encanta tu blog. Me uno a tus seguidores sin pensarlo. Me gustaria pedirte lo mismo, si te gusta mi bloghttp://unaaficionadaavertesonreir.blogspot.com/
ResponderEliminarEspero tu opinión
besos
Maravillosa lógica.
ResponderEliminar¿Eso es Brighton?
ResponderEliminarP.
Mmm... me entraron ganas de un gofre y de ver el mar :)
ResponderEliminarTío, me encanta el mar, me encantan los gofres, me encanta el sol, que feliz seria viviendo eternamente ahi jajaja
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