Sénecas con abanicos

Imagen encontrada en Pinterest -Ahora todo me recuerda a él -me dijo- Si voy a El Prado pienso que él solía venir los domingos. Si busco algo que ponerme, veo la blusa que me compré para él o la ropa interior que escogí para alguna de las noches que pasamos juntos. Ya no puedo ni pisar el restaurante en el que cenamos el día que noté que su interés se estaba apagando. Otras veces sus frases explotan en mi cerebro como fuegos artificiales. Es como si su voz viviera en mí, Parvati. ¡He tenido más conversaciones con él en mi mente que en el mundo real! Estamos en Huertas. Es mayo y hace muchísimo calor. Treinta grados. Me abanico mientras Silvia hace gala de los síntomas más evidentes de una ruptura amorosa: incomprensión, negación y un poquito de desprecio hacia el susodicho. Mientras mi amiga habla hago contacto visual con un hombre de unos cuarenta que nos mira con interés. Le sonrío. Él desvía la mirada. Dejo el abanico en la mesa y me centró en mi café con leche. ...