Penumbra.
Hace mucho tiempo, el hombre se estremecía cada vez que se ponía el sol. Porque se sumía en la más completa oscuridad. Y odiamos aquello que desconocemos, que no podemos manejar, que se escapa de nuestro control. Por eso se inventó la bombilla. Para tener siempre un pequeño sol cerca de nosotros. Pero no pudimos contenernos, no ahora que conseguíamos espantar (que no eliminar) a la oscuridad. Pronto la bombilla duró más, brillaba con más fuerza, se hacía más eficaz, más grande, más numerosa. Nuestros soles crecían, nos acompañaban, nos hacían sentir fuertes en la noche. Con el paso del tiempo, tanta luz empezó a aclarar el cielo estrellado, de forma que no podíamos ver nada, puesto que habíamos logrado un día en plena noche, un oasis entre la tiniebla. Y sin embargo, el ser humano nunca iluminó toda la tierra de la que disponía. Porque se sentía terriblemente atraído por la oscuridad, y al mismo tiempo, la temía. Porque bajo la luz eres visible, brillante. Bajo la oscuridad er...