Aguaparties del siglo XXI



Hay tres desconocidos en calzoncillos bailando en nuestra casa. Rondan los cuarenta años. Son las tres de la mañana. No sé si llamar a mi madre suplicando ayuda, contarle toda la verdad y nada más que la verdad o denunciarles por allanamiento de morada. Es julio y hemos venido a Mojácar a pasar una semana juntas. Estos hombres han aparecido entre los arbustos del jardín trasero de la casa alquilada, se han metido hasta la cocina y huelen a alcohol desde lejos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, mis amigas están entusiasmadas con la ocupación y nadie, salvo yo, parece estar enumerando los peligros a los que nos exponemos. Suena Juan Magán.
- Parvati, te cogemos tu maquillaje.
Entorno los ojos desde el sofá. Sí, han decidido maquillar al más perjudicado de nuestros invitados.Veo desde la distancia su entusiasmo con mi anti-ojeras de Yves Saint Laurent y murmuro un maleficio. Bea parece divertirse la que más. Le marca las cejas, le echa mi base y mis polvos y, por último, le pinta los labios saliéndose a propósito. Uno de los dos restantes, celoso de la atención que está recibiendo su amigo, se gira hacia ella y le pide que "le disfrace" a él también. La situación no puede ser más grotesca. 
De pronto, la canción cambia y el tercero, neo-príncipe destronado por el maquillaje, trata de recuperar a su séquito. 
-TIOTIOTIOTIOTIOMICANCIÓNMICANCIÓNMICANCIÓN.
Ante tal confesión, y con el couturing recién puesto, las tres grecas se colocan en círculo. Brazo sobre hombro, cabezas juntas. Empiezan a girar dando saltitos. Gritan ¡EH EH EH! mientras el auriga murmura un inglés ininteligible. Mis amigas admiran el ritual con asombro. Música tribal, gritos prehistóricos, amor de hermanos, casa ajena. QUE TE CASAS TÍO, QUE TE CASAS. Hay magia negra en el ambiente. 
De pronto, suena el timbre. Me levanto del sofá.
-Voy-digo.
Nadie me hace caso. Al parecer, Bea trata de impedir que uno de los maquillados nos deje una huella de sus besos por toda la pared.
Miro por la mirilla.
-¡Tías, no se ve a nadie!
Me giro. Mis amigas persiguen a la greca que nos ha dejado un borrón rojo en la pared del salón. Mierda, adiós a la fianza.
Vuelven a llamar al timbre. Pese a mi prudencia, mis principios y mi cultura jurídica, abro la puerta como un resorte. ¡Ay, querida! Miro hacia todos los lados.
- ¡Chicas, no hay nadie...!
Bajo la mirada hacia el suelo. Grito. 
Alguien nos ha dejado un regalo en la puerta. Una serpiente. Una serpiente enroscada sobre sí misma en el felpudo.  No se mueve.
Pero qué lerda eres, Parvati. Es de plástico.
Con el susto en el cuerpo le doy una patada. Oigo unas risas lejanas que se esconden y cierro la puerta en una fracción de segundo. Estoy temblando. Corro hacia el salón y desenchufo los altavoces. 
-¡QUIERO AHORA MISMO A TODO EL MUNDO FUERA DE MI CASA!
Los tres hombres huyen desnudos por el jardín como en una pintura de El Bosco. De la serpiente, no se vuelve a saber nada.
Mis amigas me miran con la cara de siempre.
- Eres una aguaparties- murmura Bea.


Comentarios

  1. Esto parece que tiene continuación, ¿no? Al menos a mí me has dejado con las ganas de saber cómo empezó la fiesta de verdad.
    Creo que yo, en tu situación, no hubiese aguantado tanto. Estoy intentando trabajar en mi paciencia estos días.
    Y debo señalar que la estampa es, sin lugar a dudas, memorable.
    Un saludo P.

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    1. ¡Hola M! Sí, la estampa desde luego fue memorable. Lo de la serpiente, surrealista. No sé si era por la edad (teníamos diecinueve o veinte), pero me sorprende recordar cómo "aceptábamos" de primeras todo lo que nos venía. ¿Que entran tres desconocidos en casa? No pasa nada. ¿Llaman a la puerta a las tres de la mañana? Abro.
      La edad, supongo, nos hace más precavidos. :)
      Muchísimas gracias por pasarte y comentar.
      Un abrazo,
      P.

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  2. ¡Madre mía! Qué situación tan surrealista... Creo que yo hubiera llamado a la policía de inmediato al ver a los allanadores en calzoncillos. ¡Qué aguerridas tus amigas (o qué imprudentes, según se mire)! ¿Y lo de la serpiente? ¡Buffff...! De nuevo te admiro por salirte de la norma. Ser una aguaparties me parece altamente recomendable. Espero con ansia la continuación del relato. ¡Un fuerte abrazo!

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    1. ¡Hola DP! En esas circunstancias, además, es muy difícil ser una aguaparties. A nadie le gusta recordar, y menos de vacaciones, que en menos de un segundo te puedes ver envuelto en una situación en la que eres altamente vulnerable. Nosotras, además, que habíamos leído tantas cosas horribles sobre gente mala (las sentencias del Supremo no escatiman en detalles), deberíamos haber sido capaces de apreciar mejor las circunstancias en las que nos encontrábamos. ¡Tampoco quiero exagerarlo demasiado! Pero es verdad que la inconsciencia de los demás arrastra, sin más. Es difícil rebelarse.
      Muchísimas gracias por comentar, y por pasarte.
      Un abrazo fuerte,
      P.

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  3. Si la fiesta acababa de empezar... ¡No me imagino la segunda parte! JAJA
    Ya la espero, aguaparties. ;)

    ¡SALUDOS Y FELIZ SAN JUAN!

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    1. ¡Hola Antoni!
      Muchísimas gracias por comentar. A ver si saco un hueco, y os cuento. jj
      Un abrazo ¡y feliz San Juan para ti también!
      P.

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  4. Respuestas
    1. Muchas gracias, MuCha. Un placer tenerte por aquí. ¡Estás en tu casa!
      Un abrazo,
      P.

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