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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Mimadas.

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-¡Déjame! -¿Pero qué te pasa, Ter? -Que estoy cansada de tu vida. ¡He dejado todo por tí! ¿sabes? Pero me hago vieja en esta casa. Tengo diecisiete años, y tú... Tú diez más. -Eso nunca había sido un problema, Ter. -Ahora sí. -¿Por qué? -Me aburro de tí. Carlos se quedó callado un momento. -¿Sabes lo que te digo, Ter? Que eres una puta niña mimada. Eso es lo que te digo. Ter le miró por debajo de sus ojos llorosos, recogió sus cosas y se fue.

Buah!

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Y es entonces cuando lo jodí todo. ¿Vale? Bueno, a ver si me entiendes. Le dije que no quería nada con él para hacerme la puta interesante. Ya sabéis, como mis personajes. Y la jodí pero bien. Porque él no volvió. Solo miró para atrás llorando una tarde que olía un poco a verano. Estuve esperando a que volviese a por mí e hice cien locuras que jamás me hubiera atrevido a hacer. Pero no volvió nunca. NUNCA. ¿Moraleja?

Caja de secretos, Volumen I

Era la segunda noche consecutiva que sus gritos le despertaban. Ayer pensó que tan sólo se trataba de una pesadilla, pero esta noche gritaba lo mismo: "No, no, no, por favor. No me mates." Pierre, pese a lo poquísimo que sabía de español, podía entender que era una situación angustiosa para Laura. Cuando Laura se durmió media hora después, Pierre se giró mirando a su espalda y la acarició. Definitivamente, Pierre, a sus 38 años, había visto infinidad de cosas, pero ésta era realmente impactante. A medida que acariciaba el hombro de Laura, una capa de fino maquillaje se desvanecía mostrando lo que parecía un gran moratón. Y muy reciente. En algunas partes, la piel estaba en carne viva. En sueños, Laura se estremeció. - Increíble - musitó Pierre, intentando no hacer ruido.

Sueña, preciosa

Laura le miró con terror mientras él gritaba "Te he encontrado, zorra". Entonces él llevó a cabo su venganza fríamente calculada, la golpeaba, mientras ella gritaba impotente. El seguía golpeándola hasta que sentía que se le iba la cabeza... De repente, Laura se despertó empapada en lágrimas y sudor en su cama de hotel. Todavía jadeando, se sirvió un vaso de agua de la jarra que tenía en su mesilla y lo bebió lentamente. Se secó las lágrimas y el sudor y se acurrucó contra el hombre que dormía con ella. Sí, lo habeis adivinado, es el hombre que la miró con admiración el primer día. Se tapó con la sábana e intentó dormir. No pudo. A las 10 de la mañana, Pierre se levantó. Laura dormía de puro cansancio, rendida.